Los orígenes
A veces es difícil creer que esta ciudad que hoy llamamos Lima y que en algunas zonas se ve tan moderna parece no tener muchos años. Otros podrían creer que en realidad nació con la fundación española, pero Lima tiene una historia mucho más larga. La presencia del ser humano en esta área se puede estimar en unos, 12000 años, según las evidencias de cazadores y pescadores encontrados en el Cerro Chivateros (Callao).
Poco a poco estos antiguos limeños fueron mejorando sus técnicas para poder vivir de manera sedentaria y empezaron a aprovechar todos los recursos que tenían a mano: por un lado, el rico mar y por otro las lomas que reverencian en invierno y ofrecían alimento.

Experiencia Lima.
Construyeron, entonces, una arquitectura más compleja que fue usada para fines religiosos como los templos en forma de “U” (1800-400 a.C.), lo que motivó la llegada de mucha gente atraída por la fama y poder de estos oráculos. Poco a poco florecieron sociedades más complejas como la cultura Lima (0 – 700 d.C.). Luego llegaron desde Ayacucho los Wari (700 – 1000), quienes dejarían su huella en algunos de los muchos sitios prehispánicos que existen en Lima en la actualidad.
Posteriormente, florecieron los Ychsma (1000 – 1470) quienes tenían un imponente y poderoso santuario adonde venían en peregrinaje gente de lugares muy lejanos. Al llegar a esta zona y conquistarla (1470 – 1532), los Incas le cambiaron de nombre a ese santuario por el de Pachacamac.
Como vemos, Lima fue un cruce de caminos, un lugar de encuentros y desencuentros, un espacio habitado y frecuentado por gente de diversas tradiciones y lenguas. Más o menos como hoy.
Tiempos de conquista y fundación
Cuando los conquistadores españoles llegaron a este lugar que hoy llamamos Lima encontraron un valle fértil en medio de una zona muy desértica. Esta fertilidad fue posible gracias a los años y años de técnicas hidráulicas que los antiguos habitantes de esta zona conocieron bien para poder convertir el desierto en un lugar lleno de vida, que no era ni mucho menos una enorme urbe.
Es posible que fueran más grandes los sitios de Sulco y Malanka (Maranga) pero escogieron este pequeño villorrio, pues estaba bien ubicado al lado del río Rímac y a cierta distancia del mar y del camino a los Andes. La población natural de esta zona llamaba a este lugar como Lima (algunos aducen que era Limac o Rimac) por el nombre de un dios u oráculo que debe haber sido el principal de esta zona.
Sobre este poblado “sano y airoso” y el cual contenía “en sí las calidades susodichas” que requerían “tener los pueblos y ciudades para que se pueblen”, es que el 18 de enero de 1535 el conquistador español Francisco Pizarro fundó “La ciudad de los Reyes”.

Esta ciudad sería en un inicio la capital de la Gobernación de Nueva Castilla, y, posteriormente, la capital del Virreinato del Perú. La “Ciudad de los Reyes”, nombre con el que se bautizó a esta nueva ciudad, crecería alrededor de la Plaza Mayor. Este fue el lugar en el que se pusieron los edificios más importantes desde donde gobernar estas tierras conquistadas: la iglesia que después sería la Catedral, el mismo Pizarro puso la primera piedra y los primeros maderos de la misma, el Palacio del Gobernador y el Cabildo.
Se representan así Dios, el Rey y el Pueblo, a decir del historiador Raúl Porras, “los tres grandes protagonistas en el drama español del siglo XVI”. Nadie imaginaría que este pequeño villorrio, terminaría por convertirse con el paso del tiempo en la capital del Virreinato del Perú, es decir, la ciudad más importante de Sudamérica.
Poco a poco este lugar fue creciendo, llenándose de bosques y paseos. Se ennoblecieron sus calles con hermosas casas, muchas de las cuales dejan ver aún su antiguo esplendor. Y son las iglesias las que marcan los puntos de avance.
Para 1630 Lima llega hacia el sur hasta la iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe (aproximadamente donde hoy está el Palacio de Justicia) y por el norte el límite lo marca el convento de los Descalzos, en el actual Rimac. Por el este marca el límite el barrio y parroquia de Santiago del Cercado y al oeste lo hace la iglesia de Monserrat.
Y es que la mayoría de órdenes religiosas más importantes del mundo católico llegaron hasta esta ciudad y construyeron aquí sus iglesias y conventos. Para el siglo XVII ya un 10 por ciento de los pobladores pertenecía al mundo religioso, de allí que no sea raro que entre todo ese ambiente religioso sean posible las vidas y milagros de gente como Santa Rosa de Lima, Fray Martín de Porras, San Francisco de Solano, San Francisco de Solano o Santo Toribio de Mogrovejo, todos ellos considerados santos peruanos.

Pero no todos los habitantes eran dados a la vida espiritual, los había los interesados en placeres más mundanos: creció el lujo personal de sus habitantes, tanto es así que el padre Cobo, en 1629, mostró admiración por “la vanidad de trajes, galas y pompa de criados y librea”.
Toda esta riqueza atrajo la atención de piratas venidos desde tierras muy lejanas, y Lima se convirtió así en una presa deseada para ser atacada. El duque de la Palata, en 1685, inicia la construcción de una muralla para protegerla, y es esta defensa la que por mucho tiempo le daría al Centro Histórico esos límites con la que más o menos conocemos hoy al Centro Histórico de Lima.
Tiempos de libertad y república
Cambian los tiempos, aires de Independencia se dejan sentir en la ciudad, aunque la forma colonial apenas cambia. Los virreyes se han ido, pero la ciudad tiene las mismas costumbres: procesiones y tapadas, fiestas y rituales, todo sigue siendo muy parecido a los viejos tiempos.
La República trae inestabilidad, entre balazos y asonadas, caudillos y hombres de acción entran y salen de la ciudad con ánimos de tomar el poder, al menos por un corto tiempo. Había que esperar hasta mediados del XIX para disfrutar de una relativa calma, la cual llega con los gobiernos de Ramón Castilla.
Y la modernización empieza: luz a gas, ferrocarriles, mercados y panópticos, Lima empieza por fin, se mueve al ritmo de los nuevos tiempos y necesita crecer aún más. Pero mientras que las murallas estuvieran en pie, el crecimiento iba a ser una utopía.
Hasta que a finales de 1860, el presidente Balta inicia la demolición de la muralla, ese viejo cinturón que antes protegiese a Lima y que ahora hacía imposible su desarrollo. Y el crecimiento de nuestra ciudad se hace imparable, hasta nuestros días. Se desbordan los viejos límites de la Lima de antaño, es decir, del Centro Histórico hoy, y el villorrio que Pizarro fundó hace 490 años, se convierte en una de las ciudades más grandes y pobladas del continente.

Y es por toda esta mezcla de historia, tradición y de belleza arquitectónica, es que en 1991 la UNESCO declaró a este Centro Histórico como Patrimonio Mundial, reconociendo así su relevancia y unicidad. Y, de paso, emparentándola con otras ciudades en el mundo cuyos valores son irrepetibles. En esta web conocerás parte de su gran historia.
FUENTES
- Cogorno,G. y Lohman, C. (2018) La Lima que encontró Pizarro. Taurus
- Fundación de Lima.
https://sisbib.unmsm.edu.pe/exposiciones/fundlima/fundacion/fundacion_lima.htm - Porras, R (2005). Pequeña Antología de Lima. El Comercio
- Vargas, J. (4 de enero del 2020). Antes y después de Lima (I)