Pedro de Halcón (también se lo encuentra como Pedro Halcón), fue uno de los camaradas de Francisco Pizarro que se mantuvo fiel al caudillo en el evento de la isla del Gallo. Fue uno de los 13 que cruzó la línea que el conquistador marcó en la tierra Otro fue Nicolás de Ribera, el primer alcalde de la ciudad de Lima.
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Pedro de Halcón, andaluz por las Américas
Luego de aquella experiencia, los aventureros fueron recogidos por el piloto Ruiz de Estrada y continuaron viaje al sur. Hasta que por fin vieron las costas del Perú: desde Tumbes hasta el norte de Ancash (la desembocadura del río Santa).
En el viaje de regreso fueron invitados por la cacica de puerto de la santa Cruz (podría ser la actual Sechura) llamada la Capullana. Entre la comisión que fue a conocer a esta mujer estaba Halcón, quien asistió muy bien ataviado. La Capullana les dio una esmerada bienvenida a la comitiva: no faltó buena comida y ella misma les dio de beber a cada uno.

El conquistador conquistado
Y fue en ese momento en que todo pasó. Halcón cayó rendido y enamorado ante la belleza de la cacica y “mientras más la miraba, más perdido estaba de sus amores” y “andaba dando sospiros [sic] y gemidos”.
Llegó el momento de partir y el enamorado conquistador no quiso irse. Fue a rogarle a Pizarro, pero se le negó el permiso de quedarse. Entonces se volvió loco: insultó a sus compañeros y los atacó con una espada. Le dieron un fuerte golpe en la cabeza y lo encadenaron. El viaje continuó.
A la altura de la punta de Santa Elena subieron en el navío unos indios a regalar a la tripulación collares de chaquira y mantos. Halcón pidió permiso para subir a ver a los visitantes y se le concedió.
Pero apenas vio a Pizarro ataviado con lo que le habían traído los indígenas, empezó a insultarlo, llamándole asno y le dijo a los naturales que los cristianos les habían robado sus reinos y eran unos traidores. Era irrecuperable. Fue devuelto, encadenado al sollado o almacén.
Hechicería amorosa en la época colonial
Para el doctor Hermilio Valdizán, Halcón habría tenido un estallido del llamado síndrome maniaco, que podría haber tenido un origen tóxico, pues en aquel tiempo se usaban plantas como el chamico para hacer encantamientos de amor.
También se echaban conejos al cuerpo de las mujeres y se aseguraba que era garantía de suerte con los hombres. Otra “técnica amatoria” era atar la aguja, es decir, esconder entre las ropas de un sujeto casado una aguja que hubiera servido para hacer una mortaja de muerte. Esto hacía que el marido que llevaba esa aguja se quedara para siempre con su mujer.

Algunos de estos hechiceros no pasaron desapercibidos para el Tribunal del Santo Oficio y recibieron castigos. Así, en 1578, fray Gaspar de Bustamante, padre de La Merced, ofrecía “anillos, ungüentos y piedras para inspirar amor”. El Tribunal lo mandó desterrado por siempre a España.
En 1736, el Santo Oficio castigó a María Josefa Canga, negra y cocinera de 50 años, acusada de haber hecho maleficio a su marido con el propósito de irse a vivir con otro. El mismo año se azotó y condenó a trabajos forzados al esclavo Bernabé Morillo y Otárola, pues ofrecía a las mujeres sacarles el diablo del cuerpo y darles fortuna con los hombres preparando baños compuestos. También la mulata Teodora Villarroel, de 28 años, fue acusada de emplear filtros en los cuales quitaba la vida a los amantes que hartos de ella la abandonaban. Y en 1719 el cuzqueño Felipe de la Torre sufrió condena por haber usado yerbas para conseguir mujeres.

¿Por qué las mujeres estaban tan preocupadas en conseguir filtros que les asegurase el amor de sus maridos o amantes?
Hay que considerar que en épocas del virreinato (e incluso hasta bien entrado el siglo XX) ante la imposibilidad de trabajar, las mujeres eran asistidas económicamente por sus maridos o padres. Si perdían a su única fuente de ingresos, se quedaban en la pobreza absoluta. Había que recurrir entonces a los brujos o charlatanes que ofrecían la solución a tan álgido problema.
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FUENTES
Del Busto, J. (1989) Los Trece de la Fama. El Comercio.
Valdizán, H. (1929). Locos de la colonia. INC.