En la cuadra 3 de la calle Camaná, es decir Plumereros, hay un recuerdo funesto sobre una tragedia que sucedió en Lima la noche del 14 de febrero de 1931. Aquel día hubo un terrible incendio en el centro de Lima, exactamente en una fábrica de muebles llamada Freire y Compañía ubicada en esta calle. Afortunadamente, los bomberos de las compañías Cosmopolita, Roma, France y Lima pudieron dominar el fuego y evitar que se extendiera a otras casas.

Controlada la situación, se iba a dar orden de recoger los equipos. Dentro del edificio aún quedaban algunos bomberos recogiendo sus materiales en medio de la densa humareda. De pronto sucedió: empezaron a caer las vigas de madera sobre el primer piso, aplastando a los hombres que aún estaban dentro.
¿Quiénes son los héroes del incendio de la calle Plumereros?
Pasado el derrumbe, se iniciaron los trabajos de rescate. Poco a poco fueron sacando los cuerpos de los escombros. Se oyó la voz de un bombero llamado Carlos Vidal, de la Cosmopolita 6. Los rescatistas se apresuraron hasta que encontraron una pierna del valeroso hombre. Siguieron removiendo los desechos y lo rescataron con vida, pero los golpes que había recibido fueron tan terribles que murió pocas horas después en el hospital Dos de Mayo.

Fueron en total 5 los bomberos que fallecieron en este incendio del centro de Lima. También murieron Juan Acevedo, Eleazar Blanco, de la bomba Cosmopolita; Pedro Torres Malarín, de la bomba Salvadora Lima, y Juan Ochoa de la France.

El entierro de los bomberos en el cementerio Presbítero Maestro
El día del sepelio todo Lima se congregó para honrarlos. Los tranvías que venían desde barrios como Chorrillos y Magdalena llegaron llenos de gente para acompañar en el cortejo fúnebre que empezó su recorrido en la plaza San Martín y continuó por el jirón de la Unión.

Las calles, los balcones, las tiendas, todos los sitios posibles estaban llenos de gente que rendía homenaje a los caídos. Más tarde llegaron a la Plaza Mayor donde fue la apoteosis. Se trasladaron los féretros al cementerio Presbítero Maestro, donde hubo escenas de desorden. La gente quería estar cerca de sus héroes. Subieron a las partes altas de los pabellones, corrían veloces a los sitios donde iban a colocar los ataúdes. Se tuvo que abrir a la fuerza una especie de camino entre el gentío para poder enterrarlos. Todo esto hizo que el ritual se extendiera hasta bien entrada la noche.

Finalmente, hoy los héroes de este terrible incendio del centro de Lima descansan en el pabellón o cuartel San Juan Bautista, y cada año reciben un homenaje de parte de los bomberos de las nuevas generaciones.

Imagen destacada: Diario “El Comercio”.