
Nicolás de Ribera, “el viejo”, es conocido por haber sido el primer alcalde de Lima. Y debe ser de los pocos personajes de los primeros años de la conquista, sobre el que mejor y más fiel información existe. A propósito, le decían “el viejo” porque tenía más de 40 años cuando se conquistó el Perú. También para distinguirlo de otro capitán homónimo suyo, encomendero de Maranga, natural de Salamanca, que vino al Perú después. Aunque no parecen haber sido familia.
Historia de un conquistador
Nicolás de Ribera provenía de una buena familia de Olvera, cerca de Cadiz, y ya desde muy joven estuvo metido en conquistas y aventuras. Viajó a Melilla en el norte de África, tierra que había sido ganada a los moros. Pasó a América y vivió mil y una aventuras en la zona cercana a lo que es hoy el Panamá.
Justamente allí, su buen olfato lo llevó a unirse a un grupo de aventureros que la Historia recordaría como Francisco Pizarro y Diego de Almagro y quienes planeaban una expedición hacia la zona sur. Se creía que ese lugar había un misterioso reino llamado Birú en el que se decía que abundaba el oro y muchas riquezas.
Aventuras de Nicolás de Ribera en América: el suceso de la isla del Gallo.
No fue nada fácil, por su puesto. Tuvieron que enfrentar la resistencia de los indígenas que vivían en las agrestes costas de lo que son hoy Panamá y Colombia. De hecho, Ribera sufrió graves heridas. Por fortuna para él se curó y pudo continuar con los planes de conquista.
En el histórico suceso de la isla del Gallo, Ribera fue, según el cronista Anello Oliva, el primero en cruzar la línea que marcaría Pizarro para invitar a quien lo deseara a acompañarlo en su expedición hacia unas tierras riquísimas que para ese momento aún no aparecían. Debe haber sido difícil decidirse por acompañar a Pizarro. Y es que hasta entonces los conquistadores solo habían encontrado, hambre, muerte y tribus que no poseían las grandes cantidades de oro que se suponía había en esas tierras.

El proyecto de conquista muchas veces pudo venirse abajo porque en algún momento los dos líderes del mismo, Pizarro y Almagro, estuvieron a punto de matarse en un duelo por desacuerdos (la bronca ya venía desde antes, entonces). La providencial actuación de un tipo del temple como Nicolás de Ribera, el viejo, ayudó a calmar los ímpetus de los conquistadores y todo continuó.
Hasta que por fin llegó 1528 y en la segunda expedición los españoles descubrieron el mítico reino que tanto buscaban. Pero no tenían ni la suficiente fuerza ni hombres para conquistarlo. Se llenaron los ojos con todas las bellezas y riquezas que allí encontraron y raudos volvieron a Panamá. Desde allí Pizarro se fue a España a pedir permiso para llevar a cabo la tercera y definitiva expedición que conquistaría el anhelado país del oro.
Nicolás de Ribera en la conquista del Perú
Cuando los conquistadores volvieron continuaron la exploración de la zona norte de lo que es hoy el Perú. Y un 15 de noviembre de 1532 se encontraron en Cajamarca con el Inca Atahualpa, a quien tomaron prisionero y después asesinaron. Nicolás de Ribera estaba en Tierra Firme con Almagro reparando embarcaciones y reclutando hombres. Llegaría unos meses después a Cajamarca y seguramente vio al inca prisionero y, obviamente, obtuvo parte de las riquezas obtenidas.

No habría paz posible en esos primeros años de conquista. Los españoles se movieron por todo este territorio raudos y violentos. Saquearon y fundaron ciudades, robaron y cristianizaron, construyeron y destruyeron. Se movilizaron principalmente por los Andes, zona donde se ubicaba Cusco, capital de los Incas, pero observaron que era bueno tener ciudades en la costa, por lo que una vez más se envió a Ribera a explorar la zona.
Nicolás de Ribera, el viejo, alcalde de Lima

de Francisco Gonzales G.
Llegó a Pachacamac, fundó Sangallán (cerca de lo que es Pisco), tomó parte del ritual de la fundación de la Ciudad de los Reyes (Lima) el 18 de enero de 1535 y Pizarro, quien le tenía mucha confianza, lo eligió como primer alcalde de la ciudad. Como vecino ilustre que era recibió un terreno a solo una cuadra de la plaza mayor de esta nueva ciudad que se iba a convertir en capital del Virreinato del Perú. El cargo de alcalde lo tendría varias veces más, y hasta fue también regidor y tuvo además otros cargos relacionados con el gobierno de la ciudad, motivo por el cual su imagen está tan asociada a la Municipalidad de Lima.
Ribera estuvo en la defensa de Lima contra las fuerzas de Manco Inca en 1536, y tuvo un papel protagónico en las luchas posteriores a la conquista entre las facciones pizarristas y almagristas. En 1539 se casó con doña Elvira Dávalos Solier, natural de la isla de La Española, hoy República Dominicana, hija de García de Solier, gobernador de La Española y uno de los primeros conquistadores de América.
Elvira Dávalos era la principal protectora de los dominicos en Lima, a fines del siglo XVI, pues de alguna manera era descendiente de Domingo de Guzmán. Algunas veces vivía en una granja que tenían en el camino del Callao, por lo que se le llamaba la “chacra de doña Elvira” al que se llamó luego “chacra del conde de las torres o santa ana de las torres”, lugar en el que se detenían los virreyes antes de entrar en la ciudad.
Pacificada estas tierras, Ribera se dedicó al comercio, a la compra de terrenos y chacras, y demás actividades comerciales que lo convirtieron en uno de los vecinos más ricos de la ciudad.
Un conquistador arrepentido
En los años finales de su vida, el conquistador experimentó una especie de remordimiento por su actuar en la conquista de estas nuevas tierras. Esto es algo bastante llamativo por no ser común. Quizás, influido por las ideas sobre la piedad cristiana y la crítica de cierto sector de la iglesia a las formas brutales en que muchos conquistadores se comportaron, este hombre hizo un examen de conciencia.
Reconoció muchos de los abusos y robos que hizo por lo que a manera de limpiar esas manchas mandó a construir en Ica un hospital de indios, bajo la advocación del santo de su nombre (san Nicolás), al que dotó perpetuamente con las ganancias que conseguía por unas casas que poseía muy cerca del convento de Santo Domingo de Lima. Además, dejó unos 14.000 pesos en favor de los indígenas de Lima, Cusco e Ica.
¿Dónde está enterrado Nicolás de Ribera, el viejo?

Para febrero de 1563, el conquistador había fallecido. Pero unos años antes, en 1545, él junto a su esposa habían adquirido una capilla en la Catedral de Lima para ser enterrados, previa cuantiosa donación de limosna. Entre otras cosas, regalaron 5 vacas preñadas, una casulla de terciopelo, y 4 casas. Allí obtuvieron 3 huesas (huecos para inhumar cuerpos) y pidieron que se celebrase misas. En 1553 pagaron 100 pesos de limosna para ensanchar el espacio.
Originalmente, la capilla se encontraba en el lado del evangelio (lado izquierdo, según se mire el alta mayor) al lado del retablo de la virgen, pero cuando se reedificó la catedral a principios del siglo XVII se trasladaron los restos a lo que hoy conocemos como la capilla de Santa Ana, entre la puerta de los judíos y la capilla de la visitación.
En la entrada a esta capilla había dos escudos de armas de Ribera y Dávalos por la que los esposos habían pagado 2 mil pesos, suma considerable para su época. Lamentablemente en la modernización de la catedral a finales del siglo XIX se retiraron los dichos escudos. La tumba, como la vemos hoy, con un par de cajas en donde están guardados los restos de los esposos, fue construida por los descendientes y la municipalidad de Lima en 1935 en el contexto de la celebración del IV centenario de la fundación española de la ciudad.
Hoy la casa de Ribera, o al menos el espacio en donde él vivió, se encuentra frente a la iglesia de Santo Domingo. La municipalidad de Lima ha puesto una placa de bronce el 2022 que lo recuerda. Y un simpático pasaje a la espalda de la municipalidad lleva el nombre de este conquistador arrepentido, primer alcalde de Lima.

Fuentes
- Morales, M. (2015). El conquistador Nicolás de Ribera el Viejo y la fundación del hospital de naturales de Ica, 1522-1563. Revista Del Archivo General De La Nación, 30(1), 13-77. https://doi.org/10.37840/ragn.v30i1.42
- Riva Agüero, J. (1935). El primer alcalde de Lima: Nicolás de Ribera el Viejo y su posteridad. Librería e imprenta Gil.
- Trelles, E. (2017). Nicolás de Ribera. Primer alcalde de Lima. Municipalidad de Lima.